TODOS DEBEMOS TENER NUESTRO RINCÓN DE PENSAMIENTO

viernes, 24 de abril de 2020

LA CULTURA TÁCTICA EN EL JUGADOR

Este artículo tiene una dedicación especial para uno de los jugadores que más he visto crecer. Pasó por mis manos en diferentes etapas, (infantil, cadete y juvenil). Su circunstancias de crecimiento nunca las podré olvidar. Como jugador ha llegado a jugar en 1ª y 2ª división. ¿Hay alegría más grande como formador haberlo visto crecer? Pues seguramente imposible. Ver lo que ha conseguido como profesional, y lo que hoy en día es cómo persona no hay adjetivos calificativos para describirlo. “No cambies nunca, DAVID DE COZ”.




 LA CULTURA TÁCTICA, COMO CREARLA. 

Últimamente estoy escuchando entre compañeros la frase hacia los jugadores con respecto al juego...¡¡ Ese jugador no tiene cultura táctica ¡¡. Esa frase me ha llevado a reflexionar y realizado este artículo.

Antes de empezar a trabajar con un equipo en los aspectos tácticos concretos hay que asentar muy profundamente en el equipo y en toda la plantilla de jugadores, unas pautas de conductas generales en las que ha de asentarse todo el trabajo técnico-táctico. Hay que modificar una forma de vivir, una forma de pensar, una forma de sentir, para luego trasladarlo a una forma de jugar. Para conseguir este áurea de motivación hay que tener una metodología personal importante.

La misión que debemos tener los entrenadores es crear siempre una buena cultura táctica en el futbolista. Para sentir, asimilar y desarrollar bien una táctica, primero hay que tener una buena cultura personal. La cultura táctica lo es todo: es enseñar al jugador a interpretar, a sentir, a leer todas las situaciones del juego; sobre todo viene cifrada en haber dado el futbolistas muchísima información táctica (proceso que lleva una gran cantidad de tiempo) para que al final sea él quien decida en cada momento del juego.

El jugador no tiene que perder nunca el valor cognoscitivo del juego bajo ningún concepto. Que no se trate de una inducción a una respuesta, sino que debe tener un abanico de respuestas que los entrenadores planteamos al jugador para que él elija la más adecuada, o que elija otra respuesta de ejecución que no es planteada previamente pero que también es correcta y eficaz; en este caso el jugador habrá inventado una respuesta que tiene sentido, lo que es todavía mejor.

La cultura táctica parte de la razón del juego. Hay que crear la inteligencia táctica para seleccionar la respuesta. Lo importante es que el jugador busque una razón del porque hacer las cosas, aunque las haga mal en cuanto a ejecución porque le puede salir mal un gesto técnico, pero que no se equivoque en la intensión, que elija bien, que elija bien el porqué, aunque no le salga bien lo demás.

El jugador ha de conocer el porqué de cada cosa y para esto hay que conocer el juego. El por qué solo se puede conseguir cuando uno cuenta con argumentos. En ese porque del jugador es dónde tiene que estar la cultura táctica. No es importante que el jugador aprenda fundamentalmente a jugar con tres, cuatro o cinco defensas, jugar reduciendo espacios, jugar marcando en zona o al hombre o marcaje mixto, independiente de esto, lo importante es que el jugador sepa resolver cualquier tipo de situaciones por sí mismo, cualquier tipo de situaciones, basado en una buena cultura táctica.

Al final todo está relacionado con la ejecución, si la ejecución es mala no se consigue nada. La táctica es la razón para hacer las cosas y la técnica es el medio de ejecución. 




Desde la perspectiva metodológica tenemos que buscar algo que parezca difícil: hay que crear en el jugador la motivación para que encuentre sentido en el trabajo táctico que realicemos y que se sientan implicado en ello.

Antes de meternos en planteamientos tácticos concretos hay que buscar argumentos para crear en el jugador un estado de necesidad por conocer el juego, que sienta la necesidad de saber por qué y para qué juega. Sin esto, no sirve de nada meterse en trabajos tácticos. Si el jugador no es receptivo ante el trabajo táctico se estará produciendo el efecto contrario, cogerá manía a algo que para él será el mapa sobre el que podrá conducirse. Por ello hay que conseguir la motivación adecuada para que el jugador este despierto, atento y que reciba el trabajo táctico con gusto. 

Respecto a las correcciones tácticas. Si el jugador no está motivado correctamente las asociará a un ataque personal, como si alguien quisiera hacerle daño, cuando en realidad lo que pretendemos es mejorarlo y ayudarle para que él sepa desenvolverse. Pero si no están motivados, se enfadan como si uno hiciera las correcciones de forma peyorativa y quisiera reducirlos delante del grupo su estatus, cuando es todo lo contrario: ayudarles a través de conseguir la motivación para qué el jugador se haga pregunta y mejore.

Dentro de la cultura táctica hay que hablar de tres conceptos puntuales: inteligencia táctica, memoria táctica y habilidad táctica. 

La inteligencia táctica. Reside en el razonamiento de lo que va a realizar el jugador, en la prevención de situaciones antes de que éstas se produzcan. Un jugador inteligente tácticamente es aquel que en un partido “entramado” sabe ver con claridad cuáles son las pautas a seguir, y esto está relacionado con la lectura de las situaciones que han sucedido, las que están sucediendo y las que pueden suceder a partir de lo acaecido hasta el momento. Es un jugador que descifra bien los acontecimientos y que puede transmitírselos en un momento determinado a sus compañeros, porque no es suficiente con que lea todo, sino que tiene que inducir a los demás a modificar un comportamiento táctico.

La Memoria táctica. Es un concepto mucho más arraigado en lo personal, a través de determinadas situaciones que a uno le van sucediendo. Es algo irreflexivo que los jugadores van ganando por sí mismo. La memoria táctica todo el mundo la tiene, se puede tener más o se puede tener menos. Cuanto más información se haya tenido, la memoria táctica del jugador será más y mejor. Se puede decir que la memoria táctica es crear experiencia delas situaciones vividas relacionadas con el juego. 

La habilidad táctica. Es más difícil de definir. Está relacionada con la gama que el jugador tenga para resolver las situaciones que se le presentan durante el desarrollo del juego. Se trata de la cantidad de posibilidades que cada uno le encuentra, por sí mismo, a la misma situación. Un jugador con habilidad táctica es aquel que sabe plantear muchas soluciones al mismo problema, si luego, además, elige bien ya se trata de un jugador excepcional en este aspecto. La táctica tiene que pasar necesariamente por la compresión y para comprender algo tenemos que tener la información adecuada sobre ello en relación a los siguientes conceptos: ¿Por qué?, ¿para qué?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde?, y ¿quién o quiénes? esta es la clave.
Todo esto lo tenemos que explicar y razonar los entrenadores, también se lo tiene que preguntar a sí mismo el propio jugador para comprenderlo y se lo tenemos que preguntar los entrenadores cuando quiera alguna aclaración.

JAVI BLANCO

Bibliográfica consultada. ( Estructura y dinámica del espacio en el juego).
Revista abFútbol.
Apuntes Máster profesional en fútbol.