Una de las características
fundamentales con las que debe contar un equipo es poseer un estilo o filosofía definida, una forma de concebir y representar un juego determinado, que sea constante en el tiempo, independiente de los
contrarios y perceptivo para sus aficionados. Debe resultar casi siempre
innegociable e impregnar de arriba abajo todos los métodos de entrenamientos
posibles para conseguir esa meta. Sin un estilo definido, consensuado y
aceptado por todos, un equipo o club, es un carruaje sin cochero, proclive a las crisis de identidad. Un estilo
puede estar marcado y condicionado por diferentes circunstancias, desde la
cultura del club hasta las características de algún entrenador o jugador
estrella, pasando hasta por los gustos de una ciudad. Pueden ser más o menos
atractivos, pero resulta indispensable para alcanzar el éxito.
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