En general, la dieta del deportista deberá tener más calorías y
más hidratos de carbono que la dieta de una persona sedentaria, así como un
aumento en los niveles de las vitaminas del grupo B, C, A y E, calcio, hierro, cobre,
zinc, magnesio y agua. La dieta que precede al día de la competición puede ser
la misma que la que se sigue habitualmente si está equilibrada.
Si bien es cierto que la alimentación desempeña un papel muy
importante en el rendimiento del deportista, hay que tener muy presente que es
el entrenamiento físico, general y específico, sobretodo, el que permite un
rendimiento orgánico óptimo, con un gasto celular mínimo y con la mejor
recuperación posible después de esfuerzo.
Los 4 períodos críticos nutricionales pueden describirse como:
• Mantenimiento nutricional durante el entreno.
• Nutrición precompetitiva.
• Soporte nutricional durante la competición.
• Nutrición postcompetitiva o postentreno.
• Mantenimiento nutricional durante el entreno.
• Nutrición precompetitiva.
• Soporte nutricional durante la competición.
• Nutrición postcompetitiva o postentreno.
Hay que considerar que los criterios que rigen la elaboración de
una dieta durante el período de entrenamiento de un deportista son los mismos
que para cualquier otra dieta.
Calcularemos para ello, la cantidad total de calorías que el
deportista necesita a lo largo del día, según las cargas de trabajo a que esté
sometido. Una vez calculadas las calorías necesarias, efectuaremos el reparto
de las mismas entre proteínas, hidratos de carbono y lípidos según el concepto
de dieta equilibrada (15%, 55%, 30%, respectivamente).
Lo ideal es efectuar de 5 a 6 tomas de alimentos a lo largo del
día. El aporte total de las calorías se repartirá del siguiente modo:
• Desayuno: 25%
• Almuerzo: 10%
• Comida: 30%
• Merienda: 10%
• Cena: 25%
También se puede efectuar una pequeña toma de alimentos antes de
acostarse, para evitar un ayuno prolongado durante el sueño.
Podemos observar que la toma de alimentos en el desayuno es
cuantitativamente muy importante; es lógico, si tenemos en cuenta las horas que
han transcurrido desde la última ingesta y que es en ese momento cuando se
inicia la actividad diaria.
Ejemplo de dieta de entrenamiento:
Desayuno: Fruta o zumo natural,
leche con cereales integrales o pan integral con mermelada.
Media mañana: Fruta y un puñado de frutos secos.
Comida: Una ración de verdura
cruda y hortalizas con aceite de oliva virgen extra para aliñar, carne o
pescado o legumbres y arroz o pasta o patata cocida. Pan integral para
acompañar. Fruta o yogur.
Media tarde: Bocadillo pequeño de fiambre de pavo o jamón
serrano. Fruta.
Cena: Una ración de verdura
cocinada con aceite de oliva virgen extra para aliñar. Pescado o carne o
huevos. Pan integral para acompañar. Un yogur.
Teniendo en cuenta que cada deporte tiene unas exigencias muy
particulares, el deportista tiene que extremar los cuidados a la hora de
elaborar su dieta, es decir, se deben de poner en práctica experiencias
particulares, consejos o normas. Es por esto que la dieta deber
ser lo más personalizada posible ya que no existe
una alimentación para futbolistas, ciclistas o gimnastas en
general, sino más bien para cada persona y en su deporte en
particular. El día de la competición la ración alimentaria no
puede mejorar ya la condición física con la que el futbolista
se presenta, forjándose pues durante la fase de entrenamiento previo.
Lo que interesa el día de la competición será evitar o reducir las
reacciones de fatiga y no perturbar el rendimiento con digestiones
pesadas, hipoglucemias, etc.
Hay que tener en cuenta además que el día de la competición, el
organismo del deportista sufre un estrés tanto físico como emocional que
puede desequilibrar procesos metabólicos esenciales para producir energía
y ante los cuales se debe responder en las más óptimas condiciones. En este
sentido, lo que el deportista coma ese día puede incidir notablemente
tanto de forma positiva como negativa en su rendimiento.
Existen 3 parámetros que se deben tener en cuenta con la intención
de disminuir la aparición de algún trastorno de los antes
mencionados (hipoglucemias, reacciones de fatiga, etc.), que son:
• La duración del esfuerzo.
• La intensidad del esfuerzo.
• Las condiciones climáticas y del entorno.
El mantenimiento de las reservas hídricas es la prioridad
esencial, siendo muy afectadas por la competición. Su reposición ya no sólo
es necesaria para mantener el rendimiento, sino para no poner en peligro
la salud e incluso la vida en determinados casos. Los demás componentes
nutritivos no son, normalmente, vitales en el momento de la competición,
pero pueden determinar un estado no óptimo para el desarrollo de la misma.
De este modo, al aporte de agua podrían añadírsele hidratos de carbono,
minerales e incluso proteínas.
LA RACIÓN DIETA DEL DÍA ANTERIOR A LA COMPETICIÓN
La alimentación de la víspera debe ser aproximadamente igual
a la de los demás días. Se puede incrementar la cantidad de
hidratos de carbono (arroz, pastas, patatas, frutas, mermeladas,
miel, etc.) con el objetivo de asegurar una mayor reserva de glucógeno.
También se puede aumentar el consumo de sales minerales y vitaminas
en forma de frutas y verduras, pero sin crear un fuerte desequilibrio con
lípidos y proteínas que también deben suministrarse. En general si se
sigue una dieta equilibrada de manera habitual, las reservas de glucógeno
son las adecuadas y, por tanto, no es necesaria ninguna dieta
especial de sobrecarga de glucógeno. Asimismo se debe complementar también
con la realización de un entrenamiento muy suave, para no descargar
el glucógeno almacenado.
CENA ANTERIOR A LA COMPETICIÓN
Será la cena patrón de la dieta habitual. Lo que se
busca es un menú de fácil digestión para evitar la pesadez
nocturna, sensación de plenitud, gases, sed… Un ejemplo de
cena la noche anterior a la competición sería:
• Sopa de verdura o fideos o arroz o pasta.
• Un plato de verdura cocida (o cruda en ensalada si
ya se ha tomado de forma cocida al mediodía).
• Un filete (magro) o pescado.
• 30 gramos de queso blanco o un yogur.
• Un trozo de pan.
• Una o dos frutas.
• Agua.
abundante pero de
fácil digestión. Es preciso vigilar el horario de esta comida para que
haya un margen adecuado con el inicio del esfuerzo competitivo. La
duración de la digestión oscila entre 2 y 6 horas según la comida tomada
(naturaleza, cantidad, etc.). El intervalo ideal entre la última ingesta y
la prueba es de 3-4 horas. Pueden enlentecer la digestión factores como:
gran cantidad de proteínas, gran cantidad de grasas (sobre todo cocidas),
alimentos muy fríos, comidas muy abundantes, alimentos crudos en gran
cantidad,…
Todo esto debe tenerse en
cuenta a la hora de componer el menú. En efecto, si la digestión no
ha terminado, las necesidades circulatorias musculares entran en
competencia con las del tubo digestivo, lo que puede provocar
trastornos gastrointestinales además de un descenso del rendimiento por
disminución de la oxigenación muscular. Cada persona tiene sus
propias preferencias y aversiones en lo que a comida se refiere, por
lo que ningún alimento o comida mágicos garantizarán un rendimiento
perfecto a todos. Las opciones sobre qué comer antes de hacer
ejercicio varían de persona a persona y de deporte a deporte y no existe
una alternativa correcta o incorrecta. Una opción a tener en cuenta es
mediante el método de ensayo y error, durante los entrenamientos y las
competiciones, lo que funciona mejor para ellos y lo que no funciona en
absoluto.
REPARTO DE LA DIETA:
El aporte de energía de la
última comida depende del momento del día en que se realice la
prueba, duración, tiempo transcurrido desde la comida anterior y del grado
de asimilación y tolerancia de los
alimentos por parte del
deportista antes de la competición.
El objetivo de la comida
previa a la competición es suministrar suficiente energía y líquidos para un
buen soporte nutricional del deportista durante la competición.
El contenido de esta
última comida previa a la competición debe ser:
• Hidratos de carbono (de
200 a 300 gramos) de moderado o alto índice glucémico.
• Proteínas, grasas y
sales cubriendo las necesidades mínimas.
• Líquidos suficientes.
• Poca fibra y poca
voluminosidad.
1. SI LA COMPETICIÓN ES
POR LA MAÑANA
- La cena de la víspera
debe ser una buena recarga de glucógeno, consumiendo hidratos de carbono
complejos.
- Se debe hacer un
desayuno variado, con productos básicos como fruta y cereales, tostadas
integrales
y líquidos abundantes.
También podemos incluir semillas de sésamo que ayudarán a proporcionar la
energía necesaria por la
mañana.
2. SI LA COMPETICIÓN ES
POR LA TARDE
- Desayuno habitual
- Comida ligera (unas 400
Kcal) rica en hidratos de carbono, pocas proteínas y evitando las grasas
(retardan el vaciado
gástrico) y las legumbres (son flatulentas), 3-4 horas antes de la competición.
3. SI LA COMPETICIÓN ES AL
FINAL DEL DÍA
- Seguir el horario al que
se está acostumbrado.
- A media tarde tomar un
tentempié a base de frutas, galletas integrales o pan integral, bebidas
isotónicas,
etc.
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